23 marzo 2014

Uso de la coma

                                            
Si leemos con atención este texto de Julio Cortázar, comprobaremos lo importante que es aprender a utilizar la coma con corrección

"La coma, esa puerta giratoria del pensamiento" (Julio Cortázar)

Una coma puede ser una pausa. O no...
No, espere.
No espere.

Puede hacer desaparecer su dinero.
23,40
2,34

Puede crear héroes...
Eso solo, él lo resuelve.
Eso, solo él lo resuelve.

Puede ser la solución.
Vamos a perder, poco se resolvió.
Vamos a perder poco, se resolvió.

Cambia una opinión.
No queremos saber.
No, queremos saber.

La coma puede condenar o salvar.
 
¡No tenga clemencia!
¡No, tenga clemencia!

Finalmente, esta conocida genialidad  de Julio Cortázar:

Lean y analicen la siguiente frase:

"Si el hombre supiera realmente el valor que tiene la mujer andaría en cuatro patas en su búsqueda".

Si usted es mujer, con toda seguridad colocaría la coma después de la palabra mujer.

Si usted es varón, con toda seguridad colocaría la coma después de la palabra tiene.


Cuento "Objetivo salvar el bosque"

Con este  cuento participamos en el concurso "Los profes cuentan" de ECOEMBRES.
A pesar de no haber sido seleccionados entre los ganadores, creo que, entre todos hicimos un bonito trabajo.






                                 OBJETIVO: SALVAR EL BOSQUE
En un hermoso bosque, situado al pie   de una montaña, al que cada fin de semana  acudían cientos de turistas, fue creciendo un vertedero alimentado por las bolsas de sus bocadillos, las latas  y botellas de refresco… y muchas  otras  inmundicias.
Nadie se había preocupado de colocar ninguna papelera, los contenedores de basura se encontraban a varios km, en el pueblo más cercano,  y la gente, poco concienciada, prefería  abandonar  allí los restos de una excursión preciosa, antes que cargar con ellos de vuelta a su casa.
Los habitantes de aquel lugar, los animales, se reunieron un día a la sombra de un enorme pino.
Estaban preocupados por la situación, muy preocupados.
El bosque, su casa, cada vez olía peor.  Iban perdiendo espacio  para vivir y alimentarse y sus crías ya no podían corretear  sin el peligro de resultar heridas si se adentraban en ese lugar tan sucio.
¿Qué podían hacer? De seguir así, en poco tiempo tendrían que abandonar su hogar.
El zorro, al que todos consideraban un animal inteligente, tras escuchar las quejas de sus convecinos,  decidió que era tiempo de actuar, pero ¿podrían hacerlo solos? .
Se pidió que cada cual expusiese sus opiniones y, democráticamente,  votarían y llevarían a cabo la mejor de ellas.
Se descartó la idea del oso: quería esconderse tras los árboles y, cuando los grupos de turistas llegaran, los asustaría y los obligaría a marchar. Nadie quería impedir que las personas disfrutasen  de ese paraíso.
Uno a uno fueron aportando  ideas y le llegó el turno a una vieja rata, una vieja rata viajera que con mucha frecuencia salía de los límites del bosque y se adentraba en el mundo de los hombres.
Con la calma que dan los años y la experiencia, les contó cómo, en los pueblos y ciudades que conocía, los humanos depositaban las basuras en lo que ella llamaba “enormes cajas de colores” (amarillas, azules, verdes, grises e incluso rojas). Había oído que el contenido de esas cajas era llevado a unos lugares especiales en los que reciclaban aquello que podía ser utilizado de nuevo. Evidentemente tuvo que explicar  qué era eso de reciclar y, aunque algunos tardaron en comprenderlo, al final quedó claro para todos.
Las pequeñas hormigas se preguntaron en voz alta cómo conseguirían, por ellos mismos, hacer desaparecer tanta basura.
La idea parecía imposible y comenzaron a dibujarse caras de impotencia y de tristeza.
El águila, que todo lo controla durante sus largos y majestuosos vuelos, tuvo una idea.
En el vertedero había podido ver trozos de papel y en alguno  podrían escribir una nota pidiendo ayuda.
El cuervo se ofreció a ceder una de sus plumas, siempre y cuando fuese el búho quien se la arrancara, ya que confiaba en él y en que no le haría demasiado daño.
El gato montés dijo que había visto que  unos humanos habían comido una lata de calamares en su tinta, seguramente quedaría algo de ella.
Escribieron: “Los animales pedimos  vuestra ayuda, la suciedad está enfermando nuestro bosque  y no podremos vivir así mucho tiempo más”. Todos firmaron y…  siguiendo el consejo de la rata, metieron  el mensaje  en una de tantas  botellas olvidadas en cualquier lugar.
Los conejos propusieron que fuesen los escarabajos peloteros quienes la llevaran rodando  hasta  el pueblo más cercano. Así lo hicieron cuando cayó la noche y, al amanecer, fue encontrada por unos ciclistas madrugadores. Tras ver su contenido, lo transmitieron al alcalde que, inmediatamente,  ordenó  llevar contenedores y se lamentó de no haberlo tenido en cuenta mucho antes.
Además, cuando la noticia se conoció gracias a los medios de comunicación,  muchos voluntarios acudieron al bosque para ayudar. Todo se hizo rápido y bien.  Los animales, escondidos, vieron equipos de personas recogiendo  la basura y, felices,  empezaron a percibir el olor de su bosque, que casi tenían olvidado,  y a vivir de nuevo en su paraíso, compartido muchos días con  personas, mayores y niños,  que ya no tiraban nada al suelo.
En ocasiones,  oían a los padres explicando a sus hijos por qué era necesario poner cada cosa en el contenedor adecuado y notaban que los niños comprendían que hay que respetar la naturaleza para que la Tierra siguiese siendo un lugar hermoso para vivir.
Esta historia se sigue contando en las reuniones de animales, bajo el viejo pino, para que las nuevas generaciones aprendan  que todos, en la medida de nuestras posibilidades,  podemos hacer algo útil por el medioambiente. Y siempre terminan cantando este rap:
“Juntos lo hicimos pues juntos vivimos
¡Todos unidos lo conseguimos!”
Y aplauden y ríen a rabiar.